Regla número 1 del opositor
La llave maestra para aprobar
A veces, la gente pregunta qué hacer para aprobar. Gente presa por la desesperación que cree haberlo intentado todo y que ve, como otros con menos experiencia, con menos esfuerzo, lo consiguen. Ahí está la regla número 1 de la que voy a hablarte.
Sin duda que la regla por excelencia no existe, pero hoy vengo a comentaros algo que a mí me ha ayudado siempre mucho.
Es la regla a la que yo llamo la regla número 1 del opositor. Paso a hablaros de ella.
La regla número 1 del opositor es para mí saber de dónde vienes y también a dónde vas, acompañado todo esto de las expectativas necesarias.
Regla número 2: cuando lo consigas no te olvides de lo que pasaste antes
Con frecuencia, conozco compañeros a los que se les ha olvidado. Que cuando tienen que ser tribunales desentierran el hacha de guerra exigiendo a otros lo que ellos no fueron capaz de conseguir en su día o pidiendo a la gente cosas que son materialmente imposibles en el tiempo que se tiene.
Con suerte, son los menos, pero sería estupendo que todos tuviéramos bien presente el camino que hemos recorrido para llegar donde estamos, de forma que pudiéramos facilitarle a otros el conseguirlo también.
La vida es muy dura, muy difícil para muchos y pocos son los que llegan ahí sin tener una historia detrás dura y complicada. De eso deberíamos extraer la regla de no le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti, pero bueno…
La historia de mi vida
Hoy quería contaros un poquito mi historia. Una historia de una niña que creció en una familia humilde que llegó a ser lo que soñaba. Buen fin, ¿verdad?. Hoy por hoy puedo presumir de tener todo con lo que soñé desde pequeña. Me despierto cada día dándole las gracias a la vida y pidiendo al Universo que por favor, no cambie nada de lo que tengo en este momento. Por mi parte, me quedaría así para siempre. Aunque sé, que eso es solo una ilusión, me hace feliz pensarlo.
Mi padre cuchillero de toda la vida y mi madre ama de casa. Yo, la pequeña de tres hermanas. Con mucho esfuerzo, mis padres habían conseguido poder darnos a las 3 la oportunidad de estudiar, pero ninguna de mis hermanas mayores quiso hacerlo.
Mis padres estaban emocionados con que yo fuera una buena estudiante, con que sacara buenas notas y destacara en mis estudios. Yo, la verdad, tenía una mezcla de mi ilusión con la de ellos. Me encuentro muy unida a mis padres y solo el hecho de que se sintieran felices de que yo siguiera adelante, en más de una ocasión me ha hecho no abandonar o no conformarme.
Qué cierto es eso de las expectativas… y qué cierto es eso de que nos convertimos en las expectativas que tenemos sobre nosotros… pero eso es otro tema.
Sin embargo, yo desde pequeña dudaba entre ser periodista o maestra. Aunque la pubertad hizo que en la solicitud de acceso a la universidad, pidiera incluso administración y dirección de empresas…
Por suerte, mi primera petición tuvo éxito y empecé a cursar magisterio de lenguas extranjeras (antigua diplomatura).
En la carrera, no fui de notas brillantes. Creo que la pubertad me llegó un poco tarde y la verdad, compaginé mi carrera con muchas salidas y muchas historias que quizá mis compañeros habían vivido años antes. Ya sabéis eso de quien no se las corre de joven se las corre de viejo.
Lo cierto es que siempre me he caracterizado por ser muy trabajadora, que no inteligente. Con 16 años recién cumplidos le dije a mi madre que era capaz de compatibilizar mis estudios con un trabajo y así lo hice… por mediación de mi hermana me puse en contacto con una persona dueña de una cadena de panaderías en Albacete, me hizo una prueba de trabajo y empecé como dependienta con ellos.
En mi trabajo, me encargaba de cubrir los días libres de mis compañeras y cubrir sus vacaciones. Trabajaba todas las tardes y los sábados, domingos y festivos de 9 de la mañana a 9 de la noche.
Además, en verano, trabajaba los dos meses de verano cubriendo las vacaciones de algunas de mis compis o reforzando el trabajo en los días donde había más “faena”.
Me ha encantado madrugar para estudiar. Así que siempre estudié de madrugada, cuando no había ningún ruido en casa, cosa que me permitía compaginar mi trabajo con mis estudios.
Me pasé desempeñando este trabajo desde los 16 hasta que se hizo público que tenía mi plaza como maestra de inglés y creo que gracias a ello aprendí varias cosas:
- No por tener más tiempo lo aprovechamos más.
- El valor del dinero y el valor de “sudar” tus propios euros.
- La responsabilidad de tener que llevar un negocio hacia adelante y rendir cuentas a alguien.
Tengo tanto que agradecerle a la vida el haber podido ofrecerme la oportunidad de tener este trabajo, que creo que todo lo que soy a día de hoy se lo debo a mis padres y a ese curro que me acompañó desde los 16 años.
A mis alumnos de opos, les sorprende cuando les digo que cuando accedí a esa carrera, no tenía ni idea de qué tenía que hacer para finalmente acabar trabajando en un cole público. Tuve que enterarme de lo de las oposiciones en algún corrillo XD.
Después de aquello todo fue rodado pero el trabajo y la determinación, a veces por mi parte y a veces empujada por mis padres, que pese a no tener estudios siempre han sabido encauzarme en la vida, me hizo llegar a lo que quise.
El truco más importante que uso en la preparación de oposiciones
Y bueno, esa es sin duda la historia que a todos nos acompaña. Tener las expectativas positivas sobre nosotros mismos, puestas por nuestra parte o puesta por la gente que nos rodea.
Yo, reconozco que he puesto siempre expectativas de este tipo en mis alumnos, tanto niños como adultos.
No hay nada más potente que creer en alguien para que acabe avanzando. Es el poder de la psicología, no hay metodología que pueda competir con unas buenas expectativas puestas en el momento adecuado sobre alguien.
Atendiendo a la regla que te comentaba al comienzo de este texto, tengo mi propia teoría sobre las expectativas que he constatado consiguiendo que niños que no estudiaban lo hicieran, que niños que se sintieran incapaces acabaran viéndose de una manera diferente y de que adultos que no creían que iban a conseguir su plaza, la consiguieran.
Cuando uno trabaja por expectativas positivas que alguien ha depositado en ti, tiene miedo a decepcionar y se esfuerza a tope por dar todo. Ese es un truco que uso con frecuencia para tener unos buenos resultados.
Amo a mis alumnos y pongo sobre ellos lo mejor que tengo: mis ganas de que les vaya bien, mi confianza y ellos… me devuelven lo que pido: buenos resultados académicos en el cole y plazas en la oposición.
Sin duda que, acompañarte de gente: compañeros, amigos, profesores que te hagan más fácil el camino es fundamental.
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Nos seguimos leyendo 🙂